aún en la
despiadada tormenta o en la perpleja calma
el océano
apoya su inmensidad sobre la tierra,
sobre la
cansada tierra de un mundo
que no
interrumpe su perpetuo giro, su predestinada errancia.
debes
mostrar del monstruo su justa lágrima.
humana tu
palabra no aniquila al miedo, lo acaricia.
tu fuego no
incendia bosques. apenas ilumina.
no importa
tu cansancio.
no importa
el rojo de tus lágrimas secretas.
no importa
el grito que a tu cuerpo desgarra incontenible
ni el
silencio que a tu grito aplasta inclaudicable.
del sol, la
luna y de los dones se encarga el movimiento.
el hombre
es quien confía.
humana
comprensión. humana maravilla.
© Mónica Palla/Daniel Marino
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