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5/8/18

Poema de Marta Zabaleta



EXILIO en DRUMCHAPEL  

No sé si fue
porque llegué a Escocia
con una hija chilena con los pies congelados
por la Navidad blanca
O si fue
porque llorando para adentro
le decía a Yanina que esos 'crakers' con juguetes
y un sombrero que salieron del árbol de Pascua
los habia traído Lenin cuando llegó al río Clyde
para recorrer, como nosotras, este mismo camino
hacia los astilleros y sus obreros de Glasgow.

O si fue
porque la voz
de aquel hijo aun no nacido
me tronaba allá adentro que quería ser argentino.
que irrumpió en la desolación del exilio.
¿llegaría con un pan bajo el brazo?
Y alli nació Tomás el escocés 
inocente víctima del desarraigo

Pero fue
en una tarde como esta
poblada de cien trinos, extraña tarde 
de verano, cuando ya sola,
al perderme en las calles de Londres
divisé la vieja arboleda de mi casa en el campo.
Y vi en esos escudos rojos
aquellas otras banderas rojinegras
que avivaron mis sueños milenarios.

Y vi la sangre de Tania embarazada, 
cruzando el río,... el río de Bolivia
que jugaba las última burbujas sobre sus pieles bravas.
La vi caer atravesada de balas.

Sentí esa tarde
que me subía al barco con mi abuela,
allá en Piamonte, como cien años atrás,
que recorría la bahía y seguía navegando,
hacia el Sur del Sur, mientras los demás
iban con un rumbo distinto, hacia Raspallo.
Mi abuela solo sabía hablar italiano
por eso le vendieron un tranvía.
¿Sería que entendió mal?
¿O fue 
que no sabía el cuento del tío
en castellano?
Solo italiano.

Y luego de estos veinte minutos
puedo ya imaginarme su semana final,
cuando su corazón estalló con el calor  
del incendio de las tres destilerías de Campana,.
ciudad del Río Paraná, adonde buscó otra patria.
Por eso, cuando murió mi madre, en San Nicolás,
en sueños me embarqué de vuelta a Génova,
porque allí estaba vivo su corazón.
Vehemente flor adormecida
de locos amarillos y azulados trineos acuáticos
barrenando como martinetes la estela burbujeante de aquel barco,
dejando atrás las grúas de La Boca. Escuchando
como en las islas del Delta lloraba un urutaú,
Llora llora urutaú.
Ya no existe esa Argentina
donde nací como tú.

En el exilio todo es ausencia.
Pero allá hay tambores, brincan las palomas que se sienten pueblo, otros Ches y muchas Tanias se levantan, Víctor Toro se monta a caballo de una estatua en el Bronx, y en Chile, cuatro hemanos mapuches están en huelga de hambre, setecientos secundarios están presos, aunque gobierna una mujer
que creían que iba a hacer herstoria. Y como antes,
mientras Los Andes se cubren de un rojo verde oliva
se van creando una, dos, cientos, miles de fogatas. Y ahora
tómate de mi mano. Adonde caiga mi metralla, la pena volará a crear otro Vietnam. Pero que en Irak no nos oigan, y gane la paz.

Y que la paz sea como mi abuelo vasco, que venga
con un pedazo de pan bajo ese abrazo,
rojo y negro, que levanto en alto, como este verso
que les canto, contra la suerte de los mares
que como la muerte, siempre nos destina a la ida
sin vuelta. Sin la mama.
Cuando lleguemos, si llegamos, lucharemos otra vez
por volver a ser alguien. Y en esa alguna parte
habrá siempre alguien que nos tenderá la mano.


© Marta Zabaleta, Dia de la mujer

6 comentarios:

  1. Hondo, hermoso poema de orígenes, exilios, vida-muerte, patrias.
    Verónica Capellino

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  2. Marta!! Qué poema!! Me pongo de pié para aplaudirte poeta!!

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  3. Querida Marta: poema donde hay toda una vida, toda una historia de luchas y amor, de sacrificio y lealtad a los ideales, de inmigración y de exilio.
    Clara denuncia, gran dolor, memoria viva y necesaria. Un poema para no olvidar.
    Con cariño y respeto
    Irene Marks

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  4. Muchas gracias y un fuerte abrazo, peotas admiradxs, Verónica,Irane y Nerina y aquein hace roisble este respiro en el tiempo, el grande Gustavo.

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  5. Maravillosa vuelta de tuerca para un tema que no deja de sangrar.

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  6. Lo vuelvo a leer y me sigue emocionando como la primera vez. Abrazos, Ri

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