Poema de Mariano Shifman
UNA
PARADOJA BORGEANA
Profesaba
Platón y el infinito,
pero
también el Sur y Juan Muraña;
su mente
urdió la irrevocable hazaña
de
convertir el arrabal en mito.
Universal,
porteño y erudito,
lo
deleitaba una pasión extraña:
transitar
la remota telaraña
de las olas
vikingas por escrito.
Quizá gastó
sus últimas miradas
sobre una
arcaica saga escandinava;
o entre
kenningar, runas y baladas.
Mas la
ceguera se extendió hasta el colmo:
el mundo de
las letras lo admiraba,
excepto
unos letrados de Estocolmo.
© Mariano Shifman
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