La noche
La noche
entra en mi cuerpo
como
encendida amante.
Descubro la
última luz de la tarde,
el tono
desairado del tiempo.
Soy un
producto del día que se acaba.
Un
indiscriminado propósito de venganza.
Cruzo mi horizonte sin metas propuestas
en este
verde, este amarillo, este naranja.
Es el
momento exacto
para que la
piel se corrompa.
Palpo el
silencio ,
este tono
ácido de vulnerabilidad.
Aire que se
manifiesta rebelde.
Lo rasgo
para descubrirlo.
Me abro en
doble sintonia.
Me parto en
dos, en tres, en cinco.
Aplaco el
ardor feroz,
el
sinsentido de la carne.
Expulso
convenciones,
me siento a
esperar al que pasa,
a
cualquiera, a ninguno.
Vuelco
hacia adentro los ojos.
Reniego de
dioses y demonios.
Desvelo a la oscuridad.
La
destrozo, la obturo
y pongo a
reposar mis siete calaveras.
La noche es
mi voz y yo su grito.
Me duelo,
me regocijo, me amputo
y desnuda,
desnuda de
desnudez absoluta
espero el
soplo del nuevo día.
© Beatriz Minichillo
Mucha fuerza tiene tu bello poema, Betty, con su carga de "venganza", "silencio", "tono ácido de vulnerabilidad", "ardor feroz", "sinsentido" y la entrega final "desnuda de desnudez absoluta/espero el soplo del nuevo día". Felicitaciones y un abrazo, Elena S. Eyheremendy
ResponderEliminarMucha fuerza tiene tu bello poema, Betty, con su carga de "venganza", "silencio", "tono ácido de vulnerabilidad", "ardor feroz", "sinsentido" y la entrega final "desnuda de desnudez absoluta/espero el soplo del nuevo día". Felicitaciones y un abrazo, Elena S. Eyheremendy
ResponderEliminarGracias, Elena por tus palabras
EliminarGracias, Elena por tus palabras
EliminarHermoso y contundente poema , me encantó
ResponderEliminarGracias Leonor
ResponderEliminarCaleidoscopio de bellas y contundentes imágenes.
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