Casi un punto en la escollera
Ese hombrecito que inclinó la bicicleta
se acerca al mar a respirar el fin del día
ese obrero
que hasta hace media hora mató el hambre con encierro
entrega a las aguas su única ofrenda
la más pura y mortal
su cansancio
© Dardo Festino
Y qué bella ofrenda, este poema.
ResponderEliminarHermoso: poema de las convicciones más profundas, con imágenes de gran fuerza. Gracias. Un beso. Adriana Maggio (Dirbi)
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