ÁRBOLES IMPRESOS
Nudo de emociones
tiritan, tiran y buscan otro centro:
reloj endurecido que duele cuando late
y es preferible ver.
Como no tengo el talento de Emily DickInson
ni el apremiante
impulso de esconderme,
viva preciso ser leída
y no solamente por psicólogos.
Cada vez me vuelvo menos incluyente
(aunque suene como suene y mi mundo a nadie excluya)
Milenios, años han ampliado el sentido de “prójimo”,
más fácil de querer porque no lo tenemos encima.
Ser leída por los que saben del trabajo de lectura
que abre el abanico
del prisma,
unos dos, tres o más desasosiegos de viento. Dispersión
que difunde. Que desarma y arma y descubre textos.
Abanico que propague este clima mío. Quisiera construir
un árbol de fuego cuyas hojas no cayeran en vos igual que
las cenizas.
La soledad ha afectado mi naturaleza
desde mi nacimiento exigente
hasta hacerme recitar
“que yo me casaré con Aqueronte”. Todavía
debo conseguir la luz
cálida
y difusa, con el foco oculto.
El grito de un hallazgo en cierto escrito
como ecos de nuevas escrituras y voces superpuestas.
Incansablemente buscaré
con mi poema, con mi historia y cuanto amo,
ser aceptada.
Tal vez entre frases
leídas cuya “terrible belleza” haga tolerar lo siniestro.
© Isabel Llorca Bosco
Imagen enviada por la autora
Descarnado poema en la necesidad de subsistir del artista: hoy frente a los milennials, ayer frente a la historia que ya es pasado. Abrazo. Inés Legarreta.
ResponderEliminary no puedo no usar tus propias palabras, isa: " terrible belleza" en este poema que habla de angustia, y búsquedas. yo te incluyo en la lista de grandísimos poetas. susana zazzetti.
ResponderEliminarEs tan intenso, comenzando por el título, y ese árbol de fuego, que seguro tiene raíces tan profundas para "nuevas escrituras" en la que existes Isabel, con tu historia y tu talento.
ResponderEliminarAbrazos.(Sigo aprendiendo)
Anahí D.B.
Isabel, gran poema, gracias!!!!
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