14/4/18

Poema de Hugo Francisco Rivella


  

YO EL TORO, LEVÍSIMA MI MADRE

                                         A los desaparecidos 

Entren en mí,
Yo, el Toro,
levísima mi madre se desgarra en la sombra, me busca con sus ojos desahuciados, pero me busca, ¡Ay! Mira la tierra, escarba con sus uñas detrás del espejismo, junta flores de agua perfumada y pregunta y pregunta
¿Quienes?
¿Quién?
¿Dónde se lo llevaron? 
La plaza está cansada de dar vueltas en los pies que la tiñen de blanco y de pañuelos,
se estruja la ciudad, la exprimen con los niños que corren y yo, desde mis venas, me azulo hasta asfixiarme,
resisto,
resoplo espuma, tos, exhalan mis pulmones espadas perforadas y de mi frente brota mi canto desollado.
Yo, el Toro,
las madres que nos buscan a tientas se iluminan, América sangrada, sagrada, me distrae, baja hasta mí, va por los ríos de sus árboles ciegos, le cose al alarido su garganta de polvo y me lava la herida con la lanza en el pecho.    
Yo, el Toro,
toros agazapados me nombran,

va la muerte en mis cuernos desgajada.


© Hugo Francisco Rivella

7 comentarios:

Blogger Anamaria Mayol ha dicho...

Fuerte y tristemente testimonial de una época terrible en nuestra historia . Con-movedor Te abrazo queridísimo poeta

15 de abril de 2018, 18:28  
Blogger LIDIA CARRIZO ha dicho...

Siempre PISÁNDO FUERTE!...
ELOCUENTEMENTE ... DAS TESTIMONIO A UN TIEMPO QUE TENEMOS MUY MARCADO...

16 de abril de 2018, 11:07  
Anonymous Anónimo ha dicho...

Qué honda preciosura. Casi se puede oír su melodía, es como un canto tu poema.

Abrazos Hugo.

Tana Pasquini-

16 de abril de 2018, 22:14  
Blogger graciela barbero ha dicho...

Tremendo! Triste y real! Un abrazo Graciela Barbero

19 de abril de 2018, 14:55  
Anonymous bessi ha dicho...

un gran poema para recordar, la noche quizá más terrible de nuestra historia

21 de abril de 2018, 21:54  
Anonymous Anónimo ha dicho...

la alegoría es del dominio de los que saben... lograda y dura,a la vez.magnífico el poema.
Walter Mondragón

22 de abril de 2018, 17:09  
Blogger Ana Romano ha dicho...

Un poema contundente sobre una noche que siempre vive en nuestra mente.
Un abrazo Ana Romano.

30 de abril de 2018, 17:04  

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