Sentí un alarido que no era animal
En mi propia lengua y
Cerré la ventana
Lo irremediable del prójimo
En mi propia lengua un animal
Sentí
Un grito que no era yo
Para calmar lo que reclama
Me dijo
No hay que buscar más
Esa huella
A nadie pertenece o si
Antes
A alguien
En la misma lengua
Masticada
Por ese alarido que no
Ese prójimo que no
Era un animal.
© Anna Pinotti
Bienvenida Anna a este sitio que pretende difundir a poetas contemporáneos, mes a mes serás publicada. Abz, Gus.
ResponderEliminarGracias Gustavo por el trabajo que hacés y por permitirme ser parte de esta conversación de época.
ResponderEliminarmuy buen juego de palabras que lleva a detenerte, analizar hasta lo profundo. felicitaciones y bienvenida al refugio!susana zazzetti
ResponderEliminarBienvenidos Ana y tu poema. (Lo que no pesco es eso de que cada verso arranque con una mayúscula.)
ResponderEliminarR.
www.revagliatti.com
Muy buen texto. Bienvenida con tu poesía, a seguir alimentando con versos este espacio. Un abrazo. Adriana Maggio (Dirbi)
ResponderEliminarBienvenida Ana, me gustó leer tu poema.
ResponderEliminarAbrazo Ana Romano.
Bienvenida, Ana, un placer leerte.
ResponderEliminarHasta la próxima, un abrazo.
Betty Badaui
Hola Ana: el alarido primordial e instintivo que comunica tu poema nos lleva a situaciones límite, a grandes dolores, a la comprensión de "ese prójimo" que anda o anduvo esa misma "huella". Excelente poema Irene Marks
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