Texto de Vanesa Almada Noguerón
trasbordo
Golpean la puerta se ve que para guardar cierto protocolo, o
porque saben bien que se las voy a abrir de todas formas. Entran. Mientras una
se mete para adentro, la otra no pierde el tiempo y se acomoda a los pies de la
cama, como trabándome el andar, como apretándolo. Y ahora me dicen que tal vez
convenga estarme quieta, próxima a un rincón cualquiera de un momento
cualquiera.
y en esta cueva de falsos inviernos también se puede
aprender a llorar
debajo del miedo,
debajo de las paredes húmedas,
con nuestros nombres escritos en forma de templo;
La que está adentro me decapita los ojos, para que una parte
del llanto se me quede en la garganta. La que está afuera simplemente observa,
mide, toma unos absurdos apuntes que prefiere (siempre prefiere) no mostrarme,
no mostrarnos. Y ahora me dicen que tal vez sean nuestros los roces de los
cuerpos, los pasos que fuimos aprendiendo a dar hasta la puerta.
ya se va el puente que ninguna de las dos se va a atrever a
cruzar;
se ahogan los sobres que envuelven nuestras cartas
y nuestras vergüenzas,
y sus gritos se tragan ambos pedazos de la noche;
Muy en el fondo, nos entristece un poco saber que ninguna se
va a tomar la molestia de presentarse, que nos conocemos de sobra. Todas ellas
y todas nosotras. Y ahora me dicen que tal vez se queden. Algún tiempo. Otro
tiempo.
© Vanesa Almada Noguerón
5 comentarios:
Hermoso, hay que sabe andar
Carlos Morteo
Inmensa Vanesa
Muy bueno ese desdoblamiento que nos ronda.
Un abrazo Graciela Barbero
No sé qué decirte. A lo mejor, que quedo al pie de tu poema.
"y sus gritos, se tragan ambos pedazos de la noche"...
Gracias Vanesa!
Clarisa Ollivier
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