DESPUÉS DEL IMPERIO
Jesie Philip era amiga de mi madre
hasta que ambas disputaron la atención
de Sir John McComb, quién entonces
era el dueño de las tierras
en las que funcionaba el Ingenio de mayor
producción azucarera.
Entonces las tardes eran lánguidas
como esas miradas que omiten
ver lo que está en falta.
Sé por infidencias de un amigo de la familia
que éste había coqueteado con ambas
e incluso se habla de encuentros íntimos
en unas vacaciones pero sin precisar
con cual de las dos.
En esos días crecía el movimiento
anticolonialista que tenía a mi padre
como uno de los referentes más notables
logrando entre otras cosas
que el imperio venga a señalarlo
como converso y traidor haciendo que
sin más remedio lleguemos a estas pampas
donde comenzamos a disgregarnos
en medio de la nostalgia
y la añoranza por las glorias
que jamás tuvimos.
A la intemperie del desarraigo
había que agregarle la falta de cualquier
síntoma de ternura
inclusive aquellos que mirando lo que éramos
hubiesen servido para
aceptarnos con la fragilidad en la que
nos habíamos sumido.
Los últimos estertores del imperio
más los problemas económicos
que el Reino Unido tuvo que afrontar
finalizada la Segunda
Guerra
influyó para que también
Jesie Philip elija estas tierras
como bálsamo paliativo
de su propio exterminio.
Ni la casona ni el jardín
donde pasaba gran parte de sus días
lograron borrar de sus ojos
aunque bellos
esa tristeza de animal azotado
con que vine a conocerla.
© Patricio Emilio Torne
Qué historia. Decepción que entristece el alma.
ResponderEliminarEs un muy buen relato.
ResponderEliminarSaludos!
Romina
MUY BUENO.
ResponderEliminarSaludos.
Anahí Duzevich Bezoz