15/2/18

Poema de María Laura Coppié



Entre esas páginas

La noche escupe llovizna.

Él mira con ojos de ateo.
Triste que ya no exista fe en las palabras.
Tampoco en las miradas.
Alguna vez estuvimos convencidos
de que ese juego de regresión en espiral:
él mirando cómo lo miraba a él que me miraba
y así infinitamente,
era la más pura intimidad.
Ahora nos preguntamos si mirarse
no será más que una discreta forma de ceguera.

Claro que ausentarse
también es una forma de tocarse
pero si ésa fuera la única forma
el daño de pretender ser abrazado
nos haría retroceder con repugnancia.

No se trata de revanchas.
Más bien una curiosidad de venganza.
entre cuerpos que se volatilizan juntos
en un luminoso ikebana combustible.

La esperanza se nos agota
cada noche y cada invierno
con la regularidad de la marea.

Entonces escribimos.
Escribimos porque todo muere,
para intentar rescatar
lo que inevitablemente morirá.
Escribimos porque el mundo es un caos
y sólo podemos encontrarnos si trazamos
este inentendible mapa de palabras
en las que no creemos
pero que nos unen como plaga.


© María Laura Coppié

2 comentarios:

Blogger Silvina Vuckovic ha dicho...

Me gustó muchísimo ese pasaje de las miradas adentrándose recíprocamente como en un juego de infinitud laberíntica borgeana.

17 de febrero de 2018, 15:12  
Anonymous Anónimo ha dicho...



Buenísimo y profundo poema.


Un abrazo,


Alicia Márquez

19 de febrero de 2018, 12:57  

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