28/2/18

Poema de Gustavo Gottfried



Mi madre me hacía la ropa
siguiendo la última moda de París
y usaba para eso las mejores sargas
los mejores tweeds y cheviots
además de hilos, cierres
y botones de calidad.
Así, para salir al mundo
me envolvía en todo su amor.

Pero yo, que en ese momento
entendía poco de moda
me sentía ridículo.
Ninguno de mis compañeros
se vestía de esa manera
extraña y un poco femenina.

Por eso fui juntando bronca
y después de un tiempo
me animé a decírselo.
Se me quedó mirando
con aquellos ojos negros
tan abiertos. Aturdida

por el rumor del mundo
fue y me compró algo
en un negocio cualquiera;
una remera, un jean
un par de zapatillas.

Hasta el día de hoy me lo reprocho
pero también me pregunto
cada vez más parecido a ella
¿tiene sentido enojarse
con este hijo mío?


© Gustavo Gottfried

2 comentarios:

Anonymous Anónimo ha dicho...

a veces, somos esa máquina de repeticiones involuntarias. ¡ me encantó el poema, sobre todo el final! susana zazzetti

1 de marzo de 2018, 12:22  
Blogger bessi ha dicho...

cuántas rebeldías sobre nuestras madres para llegar a ser nosotros, eso dura hasta que se rebelan nuestros hijos, bello poema, contundente

26 de marzo de 2018, 22:59  

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