Me dice que siempre tengo el aspecto
de volver de lejos.
Nos dibujamos uno al otro sobre cartones
con las carbonillas secretas de su bolso mágico.
Sentados sobre un muro.
Esperando la apertura del Museo
—un museo minúsculo, puro jardín—
El calor no entra con nosotros, paga los boletos
y nos espera. Nos enseña paciencia.
Nariz contra el vidrio, permanecemos embobados
frente a unos pendientes precolombinos
en forma de pez.
El oro no los hace más valiosos sino
más persistentes, como nuestra joya:
ese amor boquiabierto hacia un futuro que no será,
una muerte que tampoco será.
Nos han pescado.
Estamos condenados a brillar un poco menos
por estar sin el otro.
La soledad es la que brillará, la espera
de la estación de las lluvias en un trópico
al que no regresaremos.
© Paulina Vinderman
Maravilloso tu poema. El trópico y sus lluvias y el oro y sus poetas llegan como tus palabras al corazón.
ResponderEliminarHola Paulina, coincido con Estela. Hermoso poema. Abrazo!!
ResponderEliminarMuy buen poema Paulina!... como tu lobro...
ResponderEliminarMuy buenas imágenes!...me gustó encontrarte en este Blog especial!. / LidiaCC.
gracias paulina...tu poesía siempre va en nosotros
ResponderEliminarmaria del mar
Maravilloso poema. Pendientes de oro, pescaditos de amor que brillarán un poco menos por la ausencia...Abrazo! Inés Legarreta.
ResponderEliminarHermoso poema! Me gusta mucho ese comienzo que habla tanto del otro "Me dice que siempre tengo el aspecto de volver de lejos"
ResponderEliminarAbrazo.
Aly Corrado Mélin
Segunda mirada: "Todo es... según los ojos con que medimos"...
ResponderEliminarMi abrazo Paulina querida...
HERMOSO Y HONDO!!!!GRACIAS PAULINA
ResponderEliminarmaria del mar
Bellísimo
ResponderEliminarQué placer leerte Paulina!!
ResponderEliminarUna poeta con mayúscula, sabe y sopesa cada palabra. Enorme placer leer este poema tan sugerente y connotativo.
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