La lectura del fuego
Tenemos ojos y estamos a oscuras.
Ante el fogón la luz hipnotiza
y si algo ha quedado prendido
detrás nuestro no es fácil estar seguros.
Apenas alcanzamos a controlar el fuego
pero no las visiones. Y ahí estamos,
soplando sobre las brasas, contándonos
nuestras vidas. Los perros han juntado
el brillo de sus ojos
y el silencio en el chiquero
estremece a las gallinas.
¿Estaremos atrapados en el cerco
de historias que compartimos?
¿Cuándo se perdió la capacidad
de leer en el fuego lo que está por llegarnos?
Con troncos ponemos a exaltar la narración
y algo queda en la parrilla de los días.
El carbón, la sequía, ¿no envejecen acaso?
Esta sed, mis cenizas,
¿son más antiguas que yo?
© Tom Maver
Me hizo evocar recuerdos de cuentos de mi suegro, baqueano, y las noches de fogón. Muy bueno el final.
ResponderEliminarAbrazo
Elisabet
vuelvo siempre a este poeta, su vida, su obra en general y este poema es particularmente bello y sugestivo. susana zazzetti.
ResponderEliminarHola Tom: la nostalgia de una antigua ceremonia vuelve a la realidad en este poema,donde el fuego aúna las visiones y el deseo de compartir en su calidez y en su hipnótica belleza. Que la magia del fuego te acompañe siempre Irene Marks
ResponderEliminar