Algunas noches de insomnio, en plena madrugada
caminaba hacia la heladera.
Era chico y también
uno de los más gordos de la escuela.
No tenía muy claro por qué
pero en medio de la noche, abrir la heladera
y dejarme hipnotizar por su luz
me calmaba. Por eso
me siento amigo de los que roban,
de los que se drogan, de todos esos pibes
en la esquina, esperando.
© Patricio Foglia
Hola Patricio:La comprensión, el amor al otro llegan de conocer en carne propia la discriminación. Semejante comprensión solamente puede enriquecer y agudizar la sensibilidad, el amor hacia los marginados. Un poema tremendamente humano Irene Marks
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