El dolor puede seguir un camino
(la línea del hombro hasta el codo,
más ancha o más fina según el día),
instalarse en un lugar exacto
hasta volver extraño ese punto,
atravesarnos sin aviso
porque no le está permitido.
Afuera no hay retornos luminosos,
sólo un enjambre que vaticina la lluvia*
frente al asombro sano de los cuerpos.
Una avalancha podría borrar lo preciso,
pero seguimos acá, despiertos,
con la inmensidad a cuestas.
* Verso de Carlos Barbarito.
© Valeria Cervero
Abordaje del dolor desde la emoción contenida por una lógica que lo atempera. Gracias Valeria.
ResponderEliminarRaquel Jaduszliwer
Con la gran fatiga y el pesado temor de lo extraño.
ResponderEliminarLindo texto
ResponderEliminarLA INMENSIDAD DEL DOLOR!!! GUAUUU
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