En un club de Manhattan
se escucha música de jazz.
En una mesa, una chica sostiene su copa de vino.
El escenario no es glamoroso
más bien guarda cierta penumbra envolvente
que contrasta con la luz de las estrellas
que se filtra por la ventana, apenas.
Alguien cruza una mirada
en dirección a sus ojos,
y eso la obliga a medir
el límite de su libertad,
atravesar, tal vez,
esa presión que oprime,
y gestar el asombro
en ese sótano
donde la vida suena
por el aire profano,
esperando la resurrección.
© Susana M. Baquero
Me pareció sugestiva mente bueno.
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