YA NO EXISTEN LOS ESCLAVOS
en las colonias del Río de la Plata.
Este mulato es peón de limpieza.
Friega las baldosas por donde la niña
camina descalza a la siesta
con un libro en la mano
y el cabello atado con tiritas
para formarle los rizos.
Sobre los pisos lustrados,
las huellas de sus pies se marcan
por la transpiración
y fugazmente se evaporan,
pero el sirviente alcanza a ver el reflejo
del sexo púber en las baldosas.
© Eugenia Cabral
Muy bueno!sutil la mirada del esclavo.
ResponderEliminarUn abrazo
Graciela Barbero
Hola Eugenia:
ResponderEliminarel deseo de la inalcanzable es ese"reflejo" prohibido que el explotado "alcanza a ver". Así será el supuesto fin de su esclavitud, un mero reflejo, una mentira que aguarda la mínima ocasión para salir a la luz. Excelente y muy simbólico
Irene Marks
La sutileza y realidad conmueven, la ilustración le da fuerza.
ResponderEliminarUn abrazo
Betty
ResponderEliminarEs todo imagen este poema. Un beso Eugenia, felicitaciones.
Lily Chavez