Sobre la
ventanilla de la lancha
pegan
fuerte las aguas del río.
¿Qué
oleaje, o tormenta o deseo
abrirá las
compuertas
de lo que
pudo y no fue?
¿Qué día el
cuerpo sumergido verá la luz
y con ella
la extensión del delta,
los
gigantes muertos,
la hilera
de álamos
al costado
del arroyo?
Mientras
tanto, avanzo por el río
y pienso en
mi destino:
ese
hundirme en el suelo fangoso
con el
golpe de las aguas,
saltar
después a la tierra que acaricia,
respirar
y más tarde
mantenerme en la superficie,
sobrevivir
a la fragilidad.
En otro
rincón del paisaje
me inclino
ante el río
e inauguro
un rostro.
Mi imagen
se refresca
en ese
espejo
y soy otra
que se roza
en el
asombro,
cambio lo
trivial
de ese
vivir superfluo
para
celebrar la permanencia
de estar
aquí y después partir.
Lo
imprevisible es un juego sagrado.
Un nuevo
verosímil se desdobla
no va a
dañarnos
simplemente
confunde
memoria con
poesía,
universos
con horas,
lámparas
con grillos.
Atrás
quedan los ríos, los puentes,
la gota de
rocío que horada la piedra.
En el
devenir
enciendo
fuegos
para buscar
la armonía.
El ser
rebalsa;
los
espacios dejan huellas.
© Susana M.
Baquero
Bienvenida Susana a este sitio que pretende difundir a poetas contemporáneos, mes a mes serás publicada, abz, Gus.
ResponderEliminarBellisima y poética imagen de un paisaje
ResponderEliminarEl devenir y sus huellas, pura poesía...Bienvenida!
ResponderEliminar"...inauguro un rostro". Es algo hermoso para enfrentar el río. Carlos
ResponderEliminar¡Un bello paisaje pintado con tu voz poética, Susana!
ResponderEliminarFelicitaciones y un beso grande de bienvenida
María Rosa León
Muy buen poema, excelente final.
ResponderEliminarAbrazo
Elisabet
ESos paisajes convocan la voz poética... bienvenida.
ResponderEliminarClaudio Simiz
Muy buen poema con un final bien logrado.
ResponderEliminarBienvenida Ana Romano