En el barrio
cada personaje tenía un apodo,
acompañándolo en secreto.
Mis abuelos se asomaban por la ventana,
se disfrazaban de francotiradores
jubilados
practicando su viejo oficio.
A veces, agarrábamos la gomera,
le tirábamos a los gorriones, a los zorzales
a todos esos pájaros que cantaban
como estúpidos, porque sí.
© Patricio Foglia
Entrega una visión, que por cosas de la vida, guardo. Las vivencias.
ResponderEliminarQue terrible ! Cruel!
ResponderEliminarMarta Rosa
Genial poeta que leo con disfrute.
ResponderEliminarComo una instantánea de la vida. Me gustó. Abrazo, Inés.
ResponderEliminarQuién no puede imaginarse a ese abuelo en la ventana, vigilando? Hermoso!
ResponderEliminardorada nostalgia
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