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17/8/17

Poema de Daniel Baruc Espinal Rivera




A L G U N A    V E Z    C R E Í

Alguna vez creí que el amor era un bálsamo de viento,
que recalar en la sombra de tu herida
o en el fragor de luna que enluta tu corpiño
era como llegar a casa en viernes, como tomarse un oporto.      
Pero el vértigo me puso los estigmas en las manos,
me dijo que detrás del azogue del ojo hay humeantes espejos,
infinitos azules que no reflejan nada, que no miran a nadie.
«Es triste la carne», dijo.
Y agregó: «siempre está agujerada de deseos».



© Daniel Baruc Espinal Rivera

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