Poema de Carlos Morteo
hechizo colectivo
no todo puede ser un poema
el pueblo sabe de las no absoluciones
del manual de las culpas
forjado en las desventuras y ocasos
reforzado en el poco honor de las palomas
que se amontonan se
adueñan de los ojos
la gente el cuello hacia arriba y ellas
mirada
abajo
abajo está el pueblo cagado
esperando que llegue la muerte la culpa
de los distintos
de los rompemoldes
y nadie pide la expulsión de las palomas
un embrujo oculto de panfletos pagados
recrea la tolerancia hacia esas aves
ellas que manchan con sus heces las veredas
sólo encolerizan los dueños de los autos
pues al pueblo le gustan las plazas
que juegan los niños con sus juegos
hermoso salir y poblarlas de justicias
algunos dan alimento a las palomas
y ellas como voladaras bombarderas
cagan las cabezas y los juegos y ropas
no es su culpa la guadaña sin filo
que arrastra el trabajo del apostado placero
el pueblo cuida a las grises palomas
que esperan las muertes de alienados
a qué culparlas si desborda el mundo
de disconformes de
habladores
ellos han de morir por lo que dicen
aunque primero que se quemen una mano
la sociedad ejecuta a los suicidas
les pone las palabras en la cien
les graba fotos suyas en los ojos
las palomas llenan con plumas sus bocas
y vuelan se
posan casi ríen con sus trajes grises
con su ulular retórico cagan un hechizo colectivo
el inadaptado que osa no morir se quita una oreja
o la niña les grita Mierdas y se ofenden
el disparo horroriza perdona y levantan vuelo
la sociedad con sus apostatas del bulling
ejecutando las sentencias
y vuelan las palomas ordenando su comida
y marcha el pueblo a tomar las plazas
la sangre es demasiado roja para perdonar
demasiado nueva para haberla suicidado
no se levantarán las culpas ni habrá absoluciones
el pueblo se irá acabando en sus muertos
los suicidas dejarán de ser los ángeles del perdón
con alas y rostros piadosos serán diablos de nuevo
otro rey a muerto
la culpa volverá a oprimir al tomar el cafecito
al ir al cine al mirar al niño pobre
las palomas del congreso de plumas húmedas
enfundadas de esos grises para siempre
no quieren volar lo que el pueblo no precede
con sus silencios necesarios y cómplices
los pechos repletos de patria ajena y alpiste
esperando la muerte absolutoria del suicida
vertiendo luego sólo un tiempo corto luto
y después alguna estatua algún discurso
nota cuento cuadro canción poema calle
un buen disparo un
mar velador un
así millones de perdonados y veredictos
las palomas imaginan ser dueñas de las plazas
balcones
edificios árboles fábricas
cagar veredas o los caminos del pueblo
que suicida sus sueños individuales
y desea una calle con el nombre
de alguno de sus perdones
© Carlos Morteo
2 comentarios:
Terrible poema, Carlos. Crónica de nuestro tiempo, con imágenes estremecedoras y un trasfondo de escepticismo y desesperanza, que mucho tiene que ver con los fracasos cotidianamente vividos y las desilusiones diarias. Gracias. Un abrazo. Adriana Maggio (Dirbi)
¡Ay! Todo el dolor, toda la tristeza, toda la desesperanza.
Un abrazo,
Alicia Márquez
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