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27/5/17

Poema de Osiris Mosquea


Después de las diez                   

Pálidos hilos caen  sobre  New York 
la ciudad es un cántaro 
que recoge la ofrenda de la noche 
el frío una voz  huérfana 
creciendo dentro de mí. 

El grito de la sangre 
hace un nido multicolor 
desemboca en el punto de una aguja 
en la saeta que arranca de la barba del viejo Whitman 
sus  mariposas de escarcha. 

Saludo sin voz 
la presencia invisible que convoco 
que la clepsidra se dilata y se vierte 
mientras yo, sigo aferrada a los días 
que vírgenes se hacen pequeños 
suaves como seda de oriente sobre mi cuerpo. 

El día se viste de su edad al caer la tarde 
las sonoras campanas me anuncian 
que son más de las diez 
tiempo del laberinto 
de las cosas dichas y olvidadas. 

La noche tiene claro sus dominios 
y  se destocan en el horizonte 
las últimas horas de este viaje.



© Osiris Mosquea

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