Poema de Angélica Antúnez Salerno
Ha dejado de llover y es verano
El aire húmedo le enfría la piel
Mientras el cielo se desviste, su pie se hunde
en el charco que ha quedado
entre los ladrillos del patio.
El agua corre y los niños juegan con el barro.
Ella mira el cerco con campanillas azules
y el níspero brilla con sus pequeños soles.
Dentro de la casa sentada en su silla
la abuela prepara el mate y quema cáscara de naranja
en el brasero de tres patas.
Cierra los ojos, los abre hacia el sur
ve la línea del río que va de cielo a cielo
después las lomas el aromo
y piensa que todo es para ella.
A vela desplegada navega el alma
cuando la infantil necesidad de cosas simples
busca apearse de la peste.
© Angélica Antúnez Salerno
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