Poema de María Marta Donnet
El extraño
Tiene los ojos quietos apoyados sobre
las rodillas sus brazos. Tan quietos
están sus ojos que parece dormido
o mirándose el alma. Es parte del paisaje
su cuerpo en la tarde serena. Se desviste
el sol. No lo tocan las ramas del ciprés. Hamacan
sueños muertos se mecen. Tan quietos
inmóviles sus ojos. Aletean
a su alrededor bichitos. Él no se inmuta.
Sigue viéndose. Recorre una por una
las trampas. Quiere llegar
al lugar donde el dolor guarda las botas.
Para cortarle los pies.
Dueño de la suciedad. No se cansa de apuñalar
su corazón un martillo que muere y nace
con cada golpe. El viento mueve el silencio entre
sus alas. De vacío se llenan los ojos tan quietos.
Busca la hora en que su alma convocó
a la sombra. Un nuevo pacto. Un nuevo lugar
donde lavar sus manos.
¿Quién es el dueño de mi historia? Se pregunta.
Y entonces me descubre. Sus ojos huecos
bajan al abismo me enfrentan. No sabe
que sólo es un rehén que toma forma
gracias a mi mano. Desenvaino y hurgo
su costado abierto presiono un poco más
sobre la llaga. Lo condeno. Ni siquiera Dios
viene a salvarlo.
© María Marta Donnet
3 comentarios:
tremendo en su belleza. impensado final.me encantó. susana zazzetti.
UN ABRAZO GRANDE EN LA PALABRA Y EL AFECTO
ALBA
Guauuuuuuuuuuuuuu
Mi admiración por tus versos!!
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