Mientras el sol se derrumba en la colina,
se convierte, el silencio, en presencia
y espanta.
Los oídos se colman de nada. Siguen
estáticos los cardones. Desaparece,
el viento en la quebrada y la tarde calla
su presencia.
Aturde.
© Mariana Vacs
La arrasadora fuerza del silencio.
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