Sobre la tierra el rastro de la herida.
Las manos del hombre están atadas a un centro que todavía no
conoce, que no es capaz de intuir más
que en el gesto insomne del espejo.
Debe de haber un cielo, un arriba, un punto de fuga. Pero la
cerviz también está sujeta, forzada a la sumisión de los alcances.
Dejas que te miren, animal con derrumbe.
© Luis Luna
Triste descripción del paisaje humano.
ResponderEliminarGran poema duro y fuerte, impactante imagen.
ResponderEliminarMe gusta mucho esa fuerza, de palabras tan filosóficamente construidas.
ResponderEliminarMuy bueno. Fabiana León
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