Ahora sabemos que la muerte no desciende a ese agujero negro
donde se han reunido los escarabajos en su colchón de hojas
secas
la muerte trepa las colinas con banderas abiertas y ruido de
tambores
como si se preparara para alguna batalla
pero no es a nosotros a quien busca
tal vez sean los trapos rojos y negros que dejamos sembrados
en el campo
del exterminio
la exactitud que llevamos hasta lo más alto y el ruido de
nuestras almas
jóvenes
como caballos piafantes que fueron a su vez hermosura y
dolor
y casi toda la verdad
Es tenaz y prolija la muerte y no deja cabos sueltos
Ahora sabemos que sólo nos resta esperar entre deudos
llorosos
rogando que no encuentre el poema de cuatro líneas
que hizo llorar a un viejo y a una niña una tarde de octubre
y que está aún vivo como un pichón ametrallado
sobre el que descienden pétalos de seda, madejas de niebla y
de rocío.
© Edna Pozzi
Esa sensación dolorosa y bella al tiempo, solamente un gran poema puede generarla. Gracias por ello.
ResponderEliminarel saber que al final estará, inevitable, lograda obra de este tema existencial.
ResponderEliminarGracias.
Maravilloso
ResponderEliminarDolorosamente bello, un abrazo,
ResponderEliminarSilvia Loustau
Cantar al dolor no es fácil, pero hacerlo nos lleva sin dudas a una catarsis muchas veces necesaria.
ResponderEliminarHermoso Edna...
hermoso e intenso poema.
ResponderEliminarGracias Edna!
ResponderEliminarMuy interesante y honda mirada sobre la muerte, dolorosa de puro real. Pero no, ese poema no creo que lo encuentre...
ResponderEliminarBello.
Profundamente intenso!!!
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