El silencio de Dios
Caín, sudor y lágrima
en el surco que brota ofrendas
despreciadas.
Dios prefiere la sangre.
Caín, pregunta amasada
con los jugos de la tierra.
Dios no tiene labios para ti.
Caín, inocencia quebrada,
corazón que tiembla.
Tu Padre
te concibió sin amor,
y paga su culpa
con tu infortunio.
La tierra abre su boca,
toma
la sangre de tu hermano,
clama
al silencio
que te engendró
desgraciado.
Caín, oveja resignada
al holocausto.
No esperes nada.
Dios no mira tu suplicio.
© Adriana Maggio
me gustó muchísimo el tema, la forma del tratamiento y su cierre. nada fácil. susana zazzetti.
ResponderEliminarMuy bueno, muy buen final.
ResponderEliminarAbrazo
Elisabet
Muy buen poema, intenso, Diana. Abrazo!!
ResponderEliminarProfundo. Buen cierre!!
ResponderEliminarUn abrazo
MUY INTENSO, PROFUNDO, FUERTE EN EL SENTIDO
ResponderEliminarDE LLEVARLO, UN ABRAZO MARIA LUISA MARQUEZ
ResponderEliminarIntenso. Casi bestial, diría, como ese padre que no mira el padecer de su hijo.
Abrazo grande.
Alicia Márquez
lejos de lugares comunes y revelador.
ResponderEliminarAbrazo
Cristina
Excelente, me gustó mucho.
ResponderEliminarAbrazo!
la última palabra es un golazo, muy buenoo
ResponderEliminarDavid Sorbille dijo...
ResponderEliminarMagistral poema! Adriana. Un abrazo