Mayo sin rosales
era un otoño manso. Los bares continuaban con sus mesas en
las veredas; y ella aún reía. Se sucedían los hechos en el momento exacto, pero
yo, no estaba allí. Quedé congelada en el camino. Con la cabeza destrozada en
la ruta cubierta de cenizas. Y su imagen desaparecida ante mis ojos, para que
pueda soportar el vacío del mantel.
No reproches mis omisiones ahora que estás fuera de la casa,
ya ves, otra vez debo darte la razón.
Nada es lo que aparenta, tampoco la risa de los otoños mansos.
© Mónica Cazón
Hermoso texto. Abrazo, Mónica!
ResponderEliminar"la rissa de los otoños mansos" muy hermoso
ResponderEliminarflora levi
NAda, nunca, es lo que aparenta.... Y los otoños nunca son mansos..... Gracias, Isabel Krisch
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ResponderEliminarBien Mónica! Me gustó.
Lily Chavez
Adoro estos relatos poéticos - que al igual que el poema para ser sinceros- nos cuentan una historia pero desde otro lado que nos permite a los escritores expandirnos. Bellísimo texto con algo de místico, y cenizas del otoños, imágemes importantes para conducir la historia hacia donde el lector desee comprender. marta comelli
ResponderEliminarEs tanto lo que brinda el otoño!! desde tantos espacios!! que siempre permiten que la imaginación vuele. Un abrazo
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