RAPSODIA DE CAMINANTE
A
Alfredo Alcón
Un humilde gigante sensitivo
aprendiz visceral de lo imperfecto
que aspiraba a la inasible perfección
(deliciosa utopía).
Titiritero que le ponía cuerpo a la palabra.
Nunca buscó la admiración, sí amar y ser amado
compartiendo la entrega honestamente.
Un tímido juglar que arrojaba al abismo
su anzuelo nigromante
sobornando los miedos más ocultos.
Aquel que regalaba su
corazón intenso y generoso
ha partido de gira con los grandes
y con ellos andará por all;i, en algún cielo
representando escenas memorables
o simplemente
disfrutando la sensualidad de una Belleza que tanto
conmovía.
Ahora, que ha callado su cuerpo pero queda
su luz a la deriva
ahora, que la ausencia lo encripta en una lágrima
perennemente inmóvil
un sentimiento de orfandad unánime
nos impulsa al aplauso del silencio.
Y abrazamos su final de partida, agradeciendo
aquel asombro ingenuo, siempre niño,
de sus ojos de fauno
la eternidad de su mirada.
© MARIA DEL
MAR ESTRELLA
UNA VEZ MAS...Y COMO SIEMPRE...GRACIAS QUERIDO GUSTAVO!!!!!!ABRAZO
ResponderEliminarorfandad, justo la palabra para nombrar a los grandes. muy buena ofrenda. susana zazzetti
ResponderEliminar