No
No en el precioso y preciso jaspeado
carmesí en el corazón de esta flor
blanca como un cáliz de nieve,
no en sus pétalos albos y pequeños, no en
las
líneas carmesíes diminutas como trazos de
sangre de un gorrión
malherido de amor sobre esa nieve;
no.
La belleza está en los ojos del que mira,
en el preciso y precioso jaspeado del iris
de sus ojos,
en el corazón de su pupila,
en las líneas nerviosas diminutas que
conectan el ojo
con la mente.
La belleza no está en el mundo por sí misma
y para sí.
La belleza del mundo está en los ojos de
los habitantes del mundo,
en la mente de los habitantes del mundo, en
todos los sentidos de los habitantes del mundo
pues no hay olor sabor textura ni trinos de
gorrión ni cálices de nieve
sino aquél que puede maravillarse en ellos.
La belleza está en tus ojos en tu lengua en
tu pezón
en el funcionamiento maravillosamente
armónico del martillo y el yunque y el tímpano de tu oído interno
en las células olfativas que trémulas se
extienden debajo de tu rostro.
Contra la muerte y el dolor y el mal,
a pesar de la extensión de su reinado en ti
y en mi,
la belleza está en ti y en mi, no en esta
flor
que temblorosa sostiene
su blancura
y sus irisaciones carmesíes
en una palma cuyo pulso un día dejará de
latir
y será trazo de sangre en el corazón de un
gorrión niño
y cáliz de tierra y humus para las nuevas
flores
como esta
que temblorosa sostiene
su blancura
para aquellos que podemos percibir la suma
de todos los colores.
© Gabriel Chávez Casazola
muy interesante tu percepción y real importancia de los ojos. susana zazzetti
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