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24/2/16

Prosa de Paulina Juszko



                Al entrar en el bosque todos los sentidos eran solicitados: una frescura de sótano sobre la piel recalentada, el viento en las frondas haciéndole la rima al mar, un aire mezclado de pino y eucaliptos, los verdes y los marrones competían en discreto encanto y la aguja levemente mordisqueada desalojaba la sal que se traía en los labios.


© Paulina Juszko

3 comentarios:

  1. Un bosque encantado: habría que dedicárselo a don Luis Buñuel.

    Rolando
    *

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  2. Carmen Barrionuevo28 de febrero de 2016, 0:55

    Me hizo recordar al Bosque encantado en Pehuencó. Pinos, eucaliptus y mar...
    Un abrazo, Paulina!!

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