EN LA ORILLA, 63
Orinar entre palomas que sumergieron su hambre en un puñado
de migas de pan. Vaciar el macho en ese chorrito, ser agua en el sonido del
agua, ausentarse hasta del tacto del dedo índice y el pulgar direccionales.
Derrumbarse en la belleza de esas viejitas encorvadas, de alas vivaces, con
canastas de mano. Enmudecer. Quedarse en blanco. Ya sin piel para aire, ya sin
carne. Sentirse de más como hombre, como género.
© Máximo Ballester
Si todo eso trasuntara esperanza aún en el después, estaría con vos amigo. Muy buena construcción.
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ResponderEliminarEste poema siempre me encantó.
Y una vez más, lo compruebo.
Abrazo.
Alicia Márquez
muy bueno, Máximo.
ResponderEliminarMuy bueno. Todo puede convertirse en poema. Me gustó mucho. Un abrazo. Adriana Maggio
ResponderEliminarlo suyo es siempre dicho con un peso muy especial. alto poeta. PAOLANTONIO
ResponderEliminarSiempre un placer leerte Me gustó mucho Un gran abrazo
ResponderEliminarComo siempre me encantó leerte Gracias Un abrazo inmenso
ResponderEliminarbuenísimo, me encantó!!! gracias por compartirlo, francisco
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