SUAVE
Giraba en movimientos ondulantes dentro del mortero
/ de mármol
esa blanca masa que ya mezclada
beneficiaría las manos de la mujeres del barrio.
Se llamaba diadermina,
una blanca promesa sin perfume.
Ellas venían a buscarla con sus frasquitos abiertos
y se llevaban el pasaporte a una pequeña felicidad.
Todos los días terminarían de lavar los platos y la ropa
sucia
y esa pátina evanescente sería la promesa de una caricia
Y el anhelo de otra caricia.
Después de todo
nada mas parecido
al tacto que tiene la proximidad del amor en una mujer
© Marizel Estonllo
Hola Marizel! Tu poema es muy original, porque a todas las mujeres y seres humanos en general nos encanta que nos acaricien.
ResponderEliminarUn abrazo
Xenia
Este poema de tu LAUDANO muestra esa perfecta conjunción entre la botica y la sanación de la palabra. Abrazo. PAOLANTONIO
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