Golpe bajo
se repite tu voz que nada le disgusta, pura risa y
hortensias que comenzaste a detestar luego del engaño. Quién iba a suponer que
esas flores silvestres en la corteza de los árboles, denunciaban la primavera
de tu lágrima. Joven y madura, como el azafrán, que nace rápido y al poco
tiempo se marchita. Y las estatuas que
rodaron por la plaza principal, al lado de la calesita y sus vueltas, que sin
embargo, no nos hacían olvidar la herida mortal. Justo cuando la muchacha
alejandrina se borraba de tu rostro y éramos un montículo de gente, creyéndose
feliz.
© Mónica Cazón
Foto: Gustavo Tisocco
"la rosa del azafrán", su belleza. la brevedad y la revelación. Abrazo. PAOLANTONIO
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