Y ha leído el amor en las hojas del otoño
como un
cazador furtivo.
En el
revés, lo ha leído
en su breve
nervadura donde la vida vuelve
Y en el
sabor del carozo
en el
último y primer mordisco de la fruta.
En el
jardín, exilado paraíso
con
serpientes
y árboles
sagrados
y frutos
prohibidos
que él
devora
-sin culpas-
en los
linderos del verano.
© Leonor
Mauvecin
leonor, cuanta belleza!!! me gusta, llena de encantamiento!!! gracias por compartirlo. un beso y abrazo enorme!!!! se te quiere mucho!!!! francisco
ResponderEliminar¡Bello poema, felicitaciones!!
ResponderEliminarBello poema!!!
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ResponderEliminareste poema tiene luz tiene encantamiento, tiene ángel, y es nuevo en sus imágenes, ese recrear la idea de la hoja como las lineas del destino es como una mano abierta, me suscitó es francamente grato y nuevo.
muy bien
Walter