a Alejandra Pizarnik
La vida es una máscara sin ojos ni boca, dueña del no
olvido.
Hurta, en los espejos fatigados de la muerte, amarillas
y aliadas nieblas. Intrusa, accede a la palabra (violeta
savia de
la mujer poeta) de la niña ladrona de los sueños y desvaríos
que
camina por una cornisa de piedras negras toda vestida de
rojo,
toda ofrenda, hacia las milenarias fragancias de la locura.
© Anny Guerrini
Un camino hacia qué pendientes, entre qué palabras? Abrazo, Inés
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