8/12/15

Poema de Carlos Alberto Roldán


Tal vez en los últimos momentos en que la noche 
Ocupa el ámbito del día 
Tal vez cuando este instalado y antiguo insomnio 
Inventa la futilidad de la vida como puro tiempo incausado 
Allí nomás en la intemperie abierta en que prometeico 
El hombre es vísceras nomás para incesantes buitres 
Entonces, sólo entonces y por una vez 
-oh, luz; oh, asombro ya no creído posible- 
Se escuchó, se pudo oír, se hizo materia incontrastable 
Advino como el ramalazo de una desdicha o azar de bienaventuranza 
Un canto hondo de sirenas, y me constituí su oyente. 

¿Diré de su melodía radicalmente ajena, remota, nombradora 
Del deseo, cuya noticia despiadada 
Es el tamaño de la soledad de siglos e infinita? 
Un canto no de sirenas que en ellas ¿quién pudiera la creencia? 
Un canto 
Salido tal vez de la mujer cotidiana e inmensa de la que no hay distancia 
De su vida y sus golpes su fulgor y sus huellas 
De la serie inclemente de sus dolores varios sus silencios 
Lo que se encripta o cifra con tenaz defensa 
Salido de sus sonrisas a media, de su diligencia al vernos 
A puntos de ser puestos de espaldas 

¿Diré que tal canción 
Fue compuesta a medida? 
¿Que a nadie sino a nosotros al galope de torpes 
Concernía su voz de agua y de luz? 
¿Que entrevista la región 
De cumbres y de llanos por que se aviene de ella 
La supimos por patria y sendero y destino 
Porque todo cuanto pasado se borraba de cuajo? 

No sé qué diga ni qué me justifique 
Ni sé si es cierto o sueño la huella de tal mito: 
Imparable esta voz errónea e indetenible 
Me pone ante un mar 
De susurro incesante.


© Carlos Alberto Roldán

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