Una calle distinta
dormita
tiernamente
sueños de pedregullo y laja.
Se contorsiona ufana
en el ritmo causal del caserío,
un ritmo que acompasa
su paseo silencioso sin veredas.
Los balcones la cuidan,
las rojos macetones la acentúan
con sus ocres morados,
y sus verdes floridos
que siempre se desgajan,
desde esos bordes redondeados
hacia el quieto vacío.
Alguna bicicleta, algún triciclo,
olvidados del tiempo
se demoran en las puertas abiertas
de los viejos saguanes pretensiosos
vestidos de mayólicas.
Escalera de esos barrios sin calle,
que
reparte
los sueños y las penas,
la alegría y la gloria,
la cruenta soledad
o el tierno abrazo.
© Antonio Cristóbal Pourrere
Las escaleras son muy difíciles de sortear. En tu poema se apuesta y se gana al sortearla
ResponderEliminarcon sus penas y sus glorias. Me encantó, besos Alicia.
Subo por tu escalera a la emoción al leerte amigo. Muy bueno. Felicidades. Mary Acosta
ResponderEliminar