Escribir las voces del destino sin oírlas.
Deletrear el códice alfabético de las piedras.
Colorear con sonrisas y cerrojos los párpados despojados del
trébol.
El destino nos habla en el oído interno de nuestra alma
en un soplo apenas de eternidad.
Correr hacia la última página de un tomo incierto de hojas
vacías.
En el segundo instintivo de la materia los árboles corretean
en la oscuridad.
© Víctor Hugo Valledor
precioso poema.precioso. susana zazzetti.
ResponderEliminarBella asociación de imagen sencilla y contundente con poema directo personal. Felicitaciones!!
ResponderEliminarClaudio Simiz
ResponderEliminarmE GUSTA MUCHO EL POEMA, EL CIERE ES BASTANTE CONTUNDENTE