Se vuelve del amor con menos sabiduría, susurro
mientras él mismo me lava las heridas.
(¿Puede un verdugo ser buen enfermero?)
Desclava, cristalito por cristalito, de la espalda.
Cada uno de ellos se convertirá en poema,
prometo en silencio,
y veo a mi sangre correr por la bañera
(allí donde ahogué a mi muñeca Melancolía).
Oh, árbol violento,
mi cuerpo fue un maniquí distraído.
¿Qué busqué?
Ruleta rusa encubierta, el grito de
de los pavos reales en la noche, una tempestad
que arrebatara mis hojas como el invierno.
Busqué un viaje a un país que no existe
y una muerte que no sucedió.
Entre el desvelo y la euforia, me creí
centro de una ficción: actriz que sobreactuaba
para arder en un glaciar
(un glaciar que sí se muere bellamente
para feroz envidia de mis naves).
© Paulina Vinderman
bellísimo y tremendo. ana guillot
ResponderEliminarExcelente poema. Desgarro del amor, el cuerpo y la ilusion de vivir algo que no es...un abrazo ines
ResponderEliminarEl amor que desgarra deja, tal vez, todas esas heridas... aún así sigue siendo maravilloso. ¡Excelencia en poesía! Isabel Krisch
ResponderEliminarSIEMPRE TU POESIA DE ALTA CUMBRE, DE HONDO ABISMO LUMINOSO!!!!
ResponderEliminarABRAZO
maria del mar
Excelente poema!
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