Poema de Amalia Gieschen
POEMA
Las emociones se secretaban mientras se segregaban desde las
glándulas que nos hacen sentirnos vivos, menos en estos casos extremados de
autodestrucción en donde las glándulas segregan emociones que son secretos, en
donde las glándulas segregan secretos, para ser más exactos... cnidocitos que
se inyectaban a sí mismos la medicina urticante hasta morir agujereados (es la
única opción a morir mordidos por los perros labradores).
Debería avergonzarnos la gravedad del estandarte,
como Jesucristo al cargar la cruz donde murió.
En la cruz aparece un vacío existencial,
el calor sofocante.
Las heridas abiertas no sólo arden:
se asan al sol,
hieden a hambre.
Imagino que Jesucristo es hippie ahora
y que de valiente no le faltó nada
pues él decidió soportar su muerte
para no morir
para no traicionar sus principios.
Igual que ese pibe del ERP,
¿se acuerdan, compañeros?
Lo mataron, lo quemaron por dentro con picana,
Hay algo que algunos deberían saber, como que la Medusa se
tornaba agua viva cuando sus latidos se mecían, agua en el agua. Como el polvo
(polvo en el polvo, polvo de polvos y del polvo al polvo también). De más está
decir que eran ellos los que se quedaban duros, extasiados ante su propio reflejo,
el más ansiado, no podían creer ver su propia imagen multiplicada de perros
labradores que los miraban horrorizados desde mis ojos de infinitas cabezas de
Medusa.
hasta robarle el alma a un cuerpo,
que no cambia de parecer porque no quiere.
Lo más poderoso parece destruir
una experiencia que demuestra
ciertos signos de abuso y poder.
El pueblo se lastima perdiendo un miembro de su comunidad.
Después, no puede olvidar.
El sol se abre camino sobre el mar
la gaviota viento en contra en el cielo
© Amalia Gieschen
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