Lo hembra de la mujer
Súbitamente
el hombre se preguntó
adentro de qué fruto estaba lo hembra de la mujer,
esa mujer que lo trastornaba,
que lo tenía insistentemente ardido.
El hombre, el poeta,
descubrió que ese fruto era la nuez.
Una voz, surgida de tiempos lejanos
le dijo que era imposible
porque la nuez es seca
íntimamente carece de humedad.
Por suerte, un ángel que miraba
lo socorrió con
justeza:
la nuez era seca.
Dejó de serlo cuando el hombre,
el poeta,
tomo la nuez de la mujer,
otra poeta, lejana y adorada,
y la miró profunda y delicadamente
con sus dedos.
© Juan Carlos Rodríguez
(Palimpsesto basado
en un poema de Rodolfo Braceli).
ResponderEliminares sorprendente este poema, por su juego de reminicencias míticas, su juego paródico y su cierre que trae una sinestesia preciosa.
buen poema!