En mi
casa hay también un baúl escondido
-como
en todas las otras que conozco-,
donde
duerme en su ovillo,
en su
silencio,
la edad
de la apatía, la renuncia
a las
cartas, las fotos, los retales
del
tejido que hilvana nuestra historia.
En el
mío aparecen cosas de lo más raro,
desechadas
por orden del sentido común,
abandonadas
a su
propio mutismo, discreción,
a su
sola materia
en
proceso comunal de deterioro,
amontonadas,
regladas por el caos
que
resuelve su admisión rigurosísima
en el
canon oculto, en el revés,
en el
nervio de la hoja que, vuelta sobre sí,
encubre
su costado, su renuevo.
Como
todos los otros que conozco,
mi baúl
no era mío desde siempre
sino
que fue heredado, sucedido
de mi
abuela creciendo hasta la ermita
del vientre
y del cariño,
de mi
madre también, de sus tesoros,
cuando
aposté y gané memoria propia
con que
ir atando el hilo con su nudo
a las
cosas pequeñas e insufribles
en su
común destino para el fuego.
© María
Ángeles Pérez López
ESA HERENCIA QUE VA ENHEBRANDO RECUERDOS PERFECTAMENTE ENCADENADA SU "RENUEVO" Y ESE NO QUERER DESPRENDERNOS DE LO QUE ES PARTE DE NUESTRA HISTORIA ¡MUY BUENO TU POEMA!
ResponderEliminarLa historia de cada uno, es eso.
ResponderEliminarBesos
Muy bueno tu poema ! "...duerme en su ovillo,
ResponderEliminaren su silencio..."