Herencia
Mi madre dice
que ahora soy la madre.
Dejó las cacerolas apiladas
y se fue a jugar.
Es un juego tonto,
pienso.
La cocina a oscuras
cacerolas sucias
la sangre con olor a lavandina
y el agua hirviente de mis ojos
sobre las manos.
© Silvia Rodríguez Ares
Foto enviada por la autora
Poema inquietante, transido de dolor e incertidumbre (y una pizca de dulzura).Me gustó.
ResponderEliminarClaudio Simiz
Y aí, es un juego tonto el final, pero nadie escapa de el, entonces las lágrimas queman
ResponderEliminarIgnacio
Un poema que duele, muestra la realidad
ResponderEliminarde hoy.
Sin dejar de advertir la belleza del sentir.
Un abrazo
ResponderEliminarWuauuuu Silvia, me encantó el poema!!!
Lily Chavez
Silvia:
ResponderEliminarImpresionante tu poema! cotidiano y poético. Me llegan profundamente siempre tus palabras. Gracias por compartir este poema! Abrazo
El dolor que nos abandona en la ausencia. Bello poema.
ResponderEliminarjorge pablo moreno.
la vida en su línea filosa Me encantó Silvia!
ResponderEliminarHermoso poema que muestra cuanto puede pesar la carga y también la vida, pareciendo plano el pensamiento.
ResponderEliminarLa vida es una rueda y a veces duele.
ResponderEliminarMuy bello. Un abrazo
Graciela N Barbero
La realidad del hoy, repartida entre la claridad y la sombra. Abrazo en luz. Mary Acosta
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