LA TAZA DE CAFÉ
Invierno
en el fondo de la ciudad
la mañana cambiante
ordena las sombras
Bebo mi café
y el humo sube a la memoria
Afuera todos pasan apurados
corren sin saber
en qué jaula
rincón o cueva refugiarse
Un hombre con su celular
Un estudiante alucinado
Una anciana con su bolsa de compras
Una mendiga con el colgajo del hambre
prendido a la cintura
Unos chicos se pelean para abrir
la puerta de los taxis
Una mujer pasa con una boina color del río
La gente huye
Se va
Los edificios suben por los espejos en el bar
Suenan las sirenas de la noche
Se escucha aún el grito de las madres
Y yo estoy aquí junto a la ventana
para prevenir el desencanto
El vértigo de la melancolía
Quiero
conocer el origen de esta pesadilla
y conservo los ojos abiertos
para descubrir algo que todavía me sorprenda
Invento mis días
entre los objetos llenos de polvo
y así poder abandonar el sillón a mi medida
donde tan solo queda
el hueco de mi cuerpo
De pronto
la locura me toca con el gesto de la muerte
y desata otra espera incomprensible
© Gloria Oscares
Mientras la memoria provoca incendios de locura en el adentro....en el afuera la realidad descontrolada pide permiso a gritos para cruzar sombras a través de una ventana. Felicitaciones Poeta!
ResponderEliminarMUY BUENO.
ResponderEliminarSALUDOS
ANAHI DUZEVICH BEZOZ
Un racconto poético delicado. La desesperación rutinaria que lleva a la alienación sin sentido.
ResponderEliminarMuy bueno,
ResponderEliminarMaria Cristina FErvier
Muy bueno y triste, como tu lucidez.Abrazos
ResponderEliminarImágenes que desgastan el alma. Entristece siempre. espectador, testigo. Lo importante es darse cuenta, mientras llega la sorpresa.
ResponderEliminarUn cariño
Un poema, Gloria, que en esa secuencia casi vertiginosa nos va llevando verso a verso de la mano de la poeta hasta casi poder palpar esa soledad que lo trasciende.
ResponderEliminarUn abrazo,
Gra Bucci