Paisaje
anónimo
El sol es
una astilla blanca
en la
madera del día,
un borbotón
de sangre amarilla
que circula
por las venas del asombro.
Su luz
encuadra la pared
del paisaje
suntuoso del norte,
ilumina el
color terroso
de las
casas del sur
y asciende
como un deseo
por el mar
de las conciencias.
Trepida
gozoso en la sonrisa infantil
y alumbra
con su rayo perverso
la palidez
yaciente del cadáver.
Es voz y
vida, lágrima y beso
en un
cuadro anónimo
olvidado al
pie de un terraplén
mientras el
viento zumba
entre
rieles inhóspitos
y trenes
que no llevan a ninguna parte
corren
presurosos hacia el vacío.
© Beatriz
Minichillo
Mirada profunda del alma.
ResponderEliminarMe encantó.
Un abrazo
Gracias, Nerina
ResponderEliminarUn abrazo
Beatriz
Muy bueno tu poema Betti. Un poema que habla de un viaje, de la vida y con ese final que es una imagen de pura nostalgia.Un beso! Amalia M. Abaria
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