Encuentro
Viene a mí,
la resguardan corolas de humo.
Una flor decolora sus dedos:
quizá una campanilla azul
(¡Dios!, la fragilidad de esas flores,
cortarlas era decapitarlas).
Viene a mí,
la viste una seda carmesí
(el tornasol hace aguas
rebotan los grises
sangran apenas los verdes)
un par de gacelitas de badana
vulnerable en los pies.
Reconozco la liviandad:
pisar sin pisar,
el viaje de una pluma.
(presiento en mi mano el calor
la leve humedad que destilan sus palmas).
Avanzo, la voy,
rasgo el velo:
un efecto cinematográfico
(el cine mudo ponía acordes
destemplados, plantaba tinieblas
ojos asombrados, boca de corazón);
pero era sólo eso,
un efecto.
Ella es todavía gacela
un engaño un verosímil
y toca mi mano la humedad
de sus dedos enguantados.
Pero el contacto intimida
desanuda mi mano de la suya
gamuzada.
La fina badana
hunde su marca de gacela en la noche.
La silueta impalpable
sobre pantallas vacías.
© Marta Ortiz
Me gustó tu juego de figuras en el poema!
ResponderEliminarPoema impregnado de imágenes sensoriales, es muy bello, se toca con la suavidad de una pluma...
ResponderEliminarAbrazo Marta
Montse Bertrán