Poema de Marizel Estonllo
REVERENCIA DE LA LUNA EN ESCAPADA
“Cometían el error fatal de considerar al tiempo como si no existiera. Un año era igual que el siguiente, finalmente todo llegaría.”
PAUL BOWLES (“El cielo protector o Un refugio para el amor”.)
Un temblor
un temblor como un presagio,
dispara flechas rojas en los anaqueles del viento
y tu rostro se reproduce con el vértigo de las tormentas de arena
en el colapso de un sol horizontal,
la síntesis del encuentro en el desierto de la piel.
Y de pronto nos sentimos tan pequeños en la pluralidad del mundo.
Un refugio de libros como ancianos sabios nos ofrece el amparo
mientras tenemos la urgente necesidad de retribuirles cuidado
y protegerlos del frío, del polvo, de la indiferencia
y de la rapidez de la destrucción.
Tu rostro señala la dirección de la tarde,
la siesta repiquetea en martillos cóncavos
y el viento sopla apenas, caliente, trayendo el olor de los establos.
Y te confundo,
Sobre mi cuerpo abierto a la prisa
un centauro inquieta los corceles del deseo
precipitándose en las manos, en la intensidad del placer,
como viendo nacer una tormenta desde el corazón,
desde su nudo,
desde su oscuridad.
Entonces la tensión del cielo se desploma sobre nosotros
nos envuelve,
nos junta en la trémula mirada de la estatua
nos sigue por el parque en el horario de la misa vespertina
nos continúa en la trama de la lluvia
donde un delicado equilibrio es expuesto a otro temblor
en la iniciación.
Ocurre que hay refugios, telones caídos
que arrullan la noche con la luna en escapada,
un territorio tallado en la calma del después.
Y de pronto nos sentimos tan pequeños en la pluralidad del mundo.
Porque de todas las imágenes del dolor
hay una que exilia la luz en una versión despoblada y amarillenta
donde solo quedan restos,
cenizas como palabras en la reconstrucción.
Y nos preguntamos ¿qué ha pasado con la alegría?
¿Es el canto de un cisne un recuerdo que pudo haberse escabullido?
o tal vez roto en las cuerdas de un columpio
como las cuentas de un mágico collar rodando desprevenidas
y se ha depositado en los ojos vacíos de las gentes
como una gravitación de la humedad,
como furia detenida en las piedras huecas de la aridez?
Entonces yo necesito pensar en tus labios,
en lo que haría con ellos,
en cómo saltaría para besar el arco de tus cejas
en cómo sería mirarte tan de cerca.
Y aparecen los remansos de los atardeceres
igualando sus imágenes
a mi cuerpo
abierto,distendido en pétalos de jazmines blancos.
No podemos desandar los senderos del fuego.
Nos hemos perdido, vagabundos, en un cielo de tardes con niebla.
Nos hemos atrevido a desnudar los pájaros violetas
que soñaban en la timidez de los pliegues,
nos hemos dedicado a la frágil nostalgia
a la introversión urgente de un dolor inconfesable.
Tu cuerpo como una magnífica paleta
va arrojando sus colores a mi cuerpo
y como serpientes embriagadas reptan las lenguas
en la insaciable sed del recorrido,
y los árboles actúan con la emergencia de sus brotes
y el cielo es tan azul.
Parece que alcanzamos los sones de una magia
y celebramos sus dones
intensificamos la pausa
cambiando los equilibrios en las doradas basílicas de la pasión
y sin embargo dejamos hacer
atravesamos la sucesión de los hechos,
contamos las horas en los aromas de un día,
ejercemos la calma con palabras que son huecos en las rocas
y luego, espuma.
Deshacemos la trama de la ilusión
y en sus calles rotas imaginamos los surcos de la esperanza
en canales con vestigios de brumas.
El pasado es una mancha en el riesgo del horizonte.
Pacto, conjuro, olvido
o cruce de orillas.
Y ya es imposible la piedad de la voluntad.
Nos vemos surgir en un teatro de seres frágiles
que se alza ante los ojos desmemoriados
como el encendido de pequeñas velas titubeantes en la oscuridad,
persistiendo en los candiles del silencio,
perdiendo las cartas del tedio,
o desplegando los acordes de la repetición
como actos desorbitados por la fuerza de un canto
que se reanuda, que clama, que insiste
y que no es la sombra del dolor
quizás sea su ausencia.
Y nos sentimos tan pequeños en la pluralidad del mundo.
Entonces el rescate de ese tenaz indagar
toma la forma de un pensamiento amigable
o de tu boca recorriendo mi cuerpo
o de la orfandad que tienen tus labios.
Aún hay audaces rincones que nos albergan
excitaciones del vacío ,
donde la simetría del tiempo se ha roto
y ahí estamos
cobijándonos de la lluvia
que insiste,
como algo que nace todavía bajo un cielo protector.
© Marizel Estonllo
2 comentarios:
despliege de imágenes bellísimas.
saludos
Anahí Duzevich Bezoz
gracias Anahí ,por habitar el poema ,su lectura requiere avidez poética y tuviste el coraje de seguirlo...gracias
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